Las hazañas deportivas del atleta checo Emil Zátopek son bien conocidas entre los aficionados al deporte olímpico. Especialmente, por una gesta de la que este verano se cumplen 70 años y que aún no ha sido igualada: la obtención, en los Juegos de Helsinki 1952, de tres oros en 5.000 metros, 10.000 y maratón. Aquello le valió a Zátopek el apodo de La Locomotora Humana y supuso la consolidación de un mito que se había comenzado a forjar cuatro años antes en Londres, cuando se había hecho con el oro en los 10.000 y la plata en los 5.000 metros. Con 18 récords mundiales y 69 victorias seguidas en diferentes pruebas, Zátopek se convirtió en héroe nacional en Checoslovaquia y en ídolo mundial del atletismo.
Un palmarés abrumador que contribuyó a la gestación de una leyenda de la misma forma que lo hicieron la propia trayectoria personal de Zátopek trabajó en una fábrica de calzados en la ciudad de Buta antes de ingresar en el Ejército; su método de entrenamiento, innovador y brutal basado en el esfuerzo y en la repetición de series; o su carisma personal. Aunque la historia de este atleta ya había sido llevada a la literatura en 2010 en la novela Correr (Anagrama) de Jean Echenoz, seis años después ve otra visión en cómic en su país natal con guion de Jan Novák e ilustraciones de Jaromír 99 gracias a la novela gráfica Zápotek, que ahora se edita en castellano a través del sello riojano Aloha! Editorial. En sus viñetas, Jaromír 99 imprime su característico trazo, de gran poder visual, con un estilo a medio camino entre el expresionismo y la cartelería comunista. Un álbum donde se narran aspectos más desconocidos de este deportista, como su relación con Dana Ingrová, jugadora de balonmano y lanzadora de jabalina olímpica que se convertirá en su esposa; o el apadrinamiento de otro atleta, Stanislav Jungwirth, por quien Emil arriesgó su propia trayectoria militar y deportiva.
La responsable de Aloha!, Adriana Bañares, define a Zátopek como el ejemplo perfecto del corredor de fondo, un tipo de atleta que no corre contra sus adversarios, si no contra sí mismo. Y si en esa carrera se le interponen los sistemas y los clichés, ya sean deportivos, sociales o políticos, sabe que con su simple resistencia, corriendo más allá de donde llegan sus límites, los terminará venciendo.